Abrimos nuestras puertas en el año de 1989

Fundada por nuestro padre Manuel Gómez Caballero. Aunque inicialmente no llevaba este nombre, hoy es un homenaje que sus cuatro hijas y su esposa le rendimos a él, recordando así su legado y su amor por la familia.

En nuestra panadería, resaltamos los consejos y enseñanzas que nuestro abuelo (quien murió a muy temprana edad) le dejó a sus hijos. Nuestro padre nos transmitió estos consejos y hemos intentado seguir su legado. Su amor por la tradición, la innovación y la familia es lo que nos inspira a crear productos deliciosos y auténticos siguiendo recetas y preparaciones familiares con procesos 100 % artesanales.

Nuestro padre

Era amante del buen vivir

Crecimos junto a su humor contagioso y su pasión por la comida. Recordamos su amor por un buen roscón, y no tenía que decir mucho para darnos cuenta con el azúcar en su saco que acababa de comer uno de ellos. Por esto podemos decir con orgullo que tenemos el mejor roscón de Bogotá.

Junto a nuestra abuela Ana Caballero Calderón pasamos tardes de lectura y recuerdos de historias familiares, siempre con un buen té inglés earl grey, galletitas inglesas y música clásica de fondo. Es por esto que hemos creado nuestra propia línea de té recordando así tantas tardes llenas de amor!

Somos el legado de Papá

Consuelo

Nuestra mamá

Es el alma de la panadería. Sin ella, nada de esto habría sido posible. Junto al recuerdo de nuestro papá Manuel, quien siempre creyó en la fuerza de esta familia, levantó con amor lo que hoy es más que una panadería: es un hogar con aroma a pan recién horneado. Consuelo nos enseñó que el amor se amasa, se hornea y se comparte. Su dulzura no solo está en los postres, sino en cada rincón de este lugar. Es quien nos recuerda que la paciencia es tan importante como la levadura, y que un pan bien hecho lleva más corazón que ingredientes. Gracias a ella —y al legado de papá— esta panadería es nuestra historia hecha tradición, y nuestra manera de dar amor a los demás.

Liliana

La mayor de las cuatro hermanas

Es el alma de nuestras ventas en la panadería. Siempre la encontrarás con una sonrisa cálida, lista para ofrecerte nuestros mejores productos y una taza de café recién hecho. Desde niña le encantaba vender —con su voz entusiasta y su mirada brillante— ya mostraba ese amor por compartir lo que hacemos con cariño. Es también quien nos impulsa a soñar, a probar nuevas recetas y a sacar productos que nacen del corazón de esta familia. Gracias a ella, cada cliente se lleva no solo pan, sino un pedacito de nuestra historia.

Verónica

La segunda de las cuatro hermanas

Es quien elabora con sus manos cada pan y cada pieza de pastelería artesanal que ofrecemos. Llega en las madrugadas para que, desde las seis de la mañana, nuestros clientes puedan disfrutar del pan caliente recién hecho. No lo hace por rutina, sino porque para ella esto no es un trabajo: es su pasión. Aunque es tímida y habla poco, el amor que pone en cada receta se siente en cada bocado. Su dedicación y amor le da a esta panadería familiar ese toque único, el sabor de lo hecho con amor y cariño.

Carolina

La tercera de las cuatro hermanas,

Es la encargada de darle alma y color a nuestra panadería. Con su buen gusto y cariño por los espacios acogedores, transforma cada rincón en un lugar que invita a quedarse. Es decoradora de interiores, y también quien se asegura de que cada persona que entre se sienta como en casa. Cada rincón es una invitación a descubrir nuestra historia familiar. Gracias a ella, aquí no solo huele delicioso… también se respira calidez.

Manuela

La menor de las cuatro hermanas

Es diseñadora industrial de profesión, pero su verdadera pasión está en la cerámica. Es la encargada de elaborar, con sus propias manos, cada pieza de nuestra vajilla: tazas, platos y detalles que acompañan con arte cada momento en la panadería. Tenemos un espacio donde mostramos sus creaciones, todas hechas con el mismo cariño con el que horneamos nuestro pan. Manuela es simpática, alegre y tiene un talento natural para crear piezas únicas. Sus teteras y tazas están llenas de recuerdos, de aquellos cuentos y tardes de té con la abuela que nos marcaron para siempre.

La tradición sigue viva

Como masa que fermenta lento, con paciencia y amor

Sabemos que ustedes, Gregorio, Cayetano, Pedro y Flora, amasarán no solo pan, sino sueños, historias y esperanza. Con manos pequeñas que crecerán firmes, constantes, y con corazones llenos del calor de un horno encendido por generaciones.

Porque este oficio no es solo un trabajo, es una herencia tejida con respeto, unión y dulzura, una semilla que se siembra en la infancia y florece con el tiempo. Y en ustedes —nuestro futuro— confiamos que la receta seguirá viva: con nuevas ideas, sí, pero con el mismo amor de siempre.

Pronto conocerás nuestra historia